28/12/2004
¿Qué es lo más difícil de conocer tras la ocurrencia de un accidente del trabajo?: el verdadero empleador de los accidentados. Con la práctica general de la subcontratación se externalizan también los riesgos. Es frecuente que en una sola obra o establecimiento existan muchos empleadores distintos. Esto diluye las responsabilidades empresariales sobre la seguridad en las condiciones de trabajo, que en la práctica no son asumidas íntegramente por ninguna de las empresas involucradas; se toman medidas a medias, suponiendo que otro empleador se hará cargo de lo que falta. Lo que se obtiene es que la seguridad resulte desintegrada.
Ocho trabajadores de la construcción muertos y 20 heridos en tres accidentes seguidos en una semana llaman a todos los actores del escenario laboral a reflexionar sobre sus causas para detener sus consecuencias. La concentración de los hechos en tan pocos días ha despertado conmoción pública, sin embargo las muertes a lo largo del año en el país ya alcanzan casi a un trabajador por día, 333 durante el 2003, cifra que se eleva a 426 si se suman las 93 personas que quedaron completamente inválidas por lesiones laborales el año pasado.
El conjunto de los 237 mil 368 accidentes laborales registrados por las Mutuales de Empleadores en 2003 significaron 3.150.355 días perdidos de trabajo.
Los accidentes del trabajo no suceden por azar, son el resultado de un conjunto de causas muy concretas. Algunas evidentes y otras no tanto.
Una consideración elemental es que nadie quiere enfermarse ni menos morir en su trabajo. Históricamente se ha responsabilizado de conductas temerarias a los propios trabajadores en el desempeño de sus tareas, por lo tanto el autocuidado es cada vez más valorado; así es muy difícil que las "acciones inseguras" de los trabajadores expliquen la causalidad general de los infortunios.
Ningún empresario quiere un destino dañino o fatal para sus empleados, ni cargar esa responsabilidad. Todos sabemos que los accidentes laborales graves son más frecuentes en actividades expuestas a mayores riesgos (trabajo subterráneo, en altura, con productos tóxicos), éste se incrementa si no se utilizan los elementos de protección personal. Es corriente observar la ejecución de faenas en altura en la construcción sin protección suficiente.
Pero existen también otros factores que no son visibles a primera vista y que exigen revisar el comportamiento de los accidentes laborales en series históricas de más largo plazo y tendencias mundiales.
¿Qué es lo más difícil de conocer tras la ocurrencia de un accidente del trabajo?: el verdadero empleador de los accidentados. Con la práctica general de la subcontratación se externalizan también los riesgos. Es frecuente que en una sola obra o establecimiento existan muchos empleadores distintos. Esto diluye las responsabilidades empresariales sobre la seguridad en las condiciones de trabajo, que en la práctica no son asumidas íntegramente por ninguna de las empresas involucradas; se toman medidas a medias, suponiendo que otro empleador se hará cargo de lo que falta. Lo que se obtiene es que la seguridad resulte desintegrada.
En estos casos la investigación del accidente pasa de uno a otro empleador, proveedor de equipos, sin ser excepcional que se termine por concluir que la culpa la tenía el herido o el muerto.
Según la ley todas las empresas están obligadas a mantener en sus lugares de trabajo las condiciones sanitarias y ambientales necesarias para proteger la vida y la salud de los trabajadores que en ellas se desempeñan, sean éstos dependientes directos suyos o lo sean de terceros contratistas que realizan actividades para ella (D.S. Nº 594, Ministerio de Salud). Esta obligación se establece en el Proyecto de Ley sobre subcontratación laboral que actualmente se tramita en el Parlamento.
El régimen de trabajo en sistema de subcontratación es reconocido en todos los países como una zona gris y de alto riesgo para la salud y la vida de las personas. Legislaciones laborales que enfrentan el problema, recomendaciones de OIT y normas internacionales sobre calidad (OHSAS 18.000, Responsabilidad Social 8000), incorporan de manera inequívoca la responsabilidad de la empresa mandante respecto de la seguridad de todos los empleados que laboren en ella, quien quiera sea su empleador. Y proponen un solo gran programa de prevención de riesgos que abarque la realización de la obra en su conjunto. La concepción más moderna de la prevención de riesgos coloca la política integrada de seguridad y salud de los trabajadores en el nivel gerencial más alto de las empresas.
La injerencia empresarial es indelegable y no se resuelve sólo con la compra de un seguro contra accidentes y enfermedades del trabajo. A su vez las Mutualidades tienen una obligación preventiva antes que reparadora: su mayor éxito está en que cada vez menos trabajadores accidentados o enfermos usen sus instalaciones. Este es un asunto poco conocido por quienes trabajan. La prevención es un derecho que se paga mensualmente a los organismos administradores del seguro.
Los trabajadores también tienen "el derecho a saber" cuáles son los riesgos a que se exponen en la actividad específica que realizan, y los empleadores están legalmente obligados a informárselos.
Finalmente los accidentes laborales no tienen un comportamiento lineal sino que son procíclicos: aumentan en los períodos de despegue y auge económico y se reducen en períodos de recesión. Así lo muestran las cifras internacionales y nacionales (la tasa de accidentabilidad cae en 3% entre 1981 y 1985, se eleva en el mismo 3% en 1993 y disminuye de nuevo a partir de 1998). Cuando mejora la situación económica en sectores como la construcción, se incorpora en forma masiva personal poco calificado, surgen oportunidades imprevistas, los plazos de entrega son urgentes y la informalidad en el empleo aumenta. Esto incrementa los riesgos de accidentabilidad laboral.
En resumen hay asuntos que sabemos, algunos que debemos conocer más y otros que debemos prever mejor.
Abordar los accidentes del trabajo como una "epidemia" que requiere un alto nivel de vigilancia frente a su primer brote (indicadores de crecimiento económico) obliga a direccionar las políticas de prevención de los responsables directos: las empresas, los administradores del seguro contra accidentes y enfermedades del trabajo, Mutualidades e INP, y de los propios trabajadores y sus organizaciones. Al Estado le corresponde más que nunca la definición de una política nacional de salud que incluya la prevención y una alta coordinación y eficacia de sus entes fiscalizadores.